martes, 29 de abril de 2008

HAY AUTISMO EN EL GOBIERNO


La renuncia de Lousteau demuestra que se impusieron “los duros” liderados por Kirchner y su capataz, Guillermo Moreno. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que se pretende conciliador, pierde espacios cada día. Seguirá el camino de Lousteau o permanecerá en una densa letanía junto a Cristina, en un rincón de la Casa Rosada, lejos de donde se toman las decisiones.

Por Federico Storani.Los Ministros de Economía de Cristina Fernández que no logran superar el test de supervivencia que aplica con rigor Guillermo Moreno no duran más de 4 meses, son eyectados sin contemplaciones.

A pesar de lo que pueda sugerir la presencia de Alberto, de Aníbal, de la propia Cristina o del nuevo Ministro de Economía, llevar el apellido Fernández no es la condición necesaria para formar parte del gobierno. Lo que es necesario para integrar el gabinete nacional es la condición de reportarse en las oficinas que Kirchner ocupa en Puerto Madero. El registro de lealtades es administrado por el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien no se anda con sutilezas. La imagen que lo mostró haciendo el gesto de “cortarle la cabeza” a Lousteau registrada por los medios en un acto oficial fue premonitoria.Cuando el que manda acusó a ciertos economistas de pretender \"enfriar la economía para que los argentinos consuman menos\", las horas de Lousteau estaban contadas.

El Gobierno que regentea Néstor Kirchner dice que quiere terminar con los especuladores, es el presagio de un nuevo avance hacia una mayor intervención en los mercados, merced a la ley de abastecimiento que reflotó el cruzado Guillermo Moreno. Habrá más controles oficiales en toda la cadena alimentaria. El kirchnerismo incluso piensa reimpulsar un proyecto de ley presentado por el diputado kirchnerista cordobés Alberto Cantero Gutiérrez en agosto último y acompañado por la actual titular del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, para la creación de un ente habilitado para comprar, vender, almacenar y distribuir productos agropecuarios y alimentos \"para estabilizar los precios y garantizar la seguridad alimentaria\".La renuncia de Lousteau demuestra que se impusieron “los duros” liderados por Kirchner y su capataz, Guillermo Moreno.

El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que se pretende conciliador, pierde espacios cada día. Seguirá el camino de Lousteau o permanecerá en una densa letanía junto a Cristina, en un rincón de la Casa Rosada, lejos de donde se toman las decisiones.La tregua en el conflicto con los sectores del campo le presentó al gobierno nacional una magnífica oportunidad, pero el kirchnerismo no puede con su naturaleza. Kirchner no quiere zafar de su lógica confrontativa.Entonces arremeten contra los sectores del campo a través de Moreno o de los fiscales afines. Ven fantasmas y se persiguen.

Quizá la referencia permanente a que alguien está generando un golpe de Estado no sea solo un recurso discursivo, tal vez lo crean seriamente. Eso se llama paranoia.En el Gobierno alguien parece disfrutar de una dosis especial de adrenalina mientras se acelera una locomotora que va directo hacia una pared. No hay ninguna consultora, grupo de estudio o equipo económico que estime una inflación inferior a los 40 puntos hacia fin de año.

Pero ellos persisten.Luego de la nunca explicada bolsa repleta de dólares de Felisa Miceli, el gobierno se fagocitó a dos ministros de Economía en solo 140 días. Miguel Peirano se fue antes que Martín Lousteau, pero los dos fueron liquidados por la política belicosa del poderoso secretario de Comercio Interior. Es mas, a Lousteau le cortó la cabeza, literalmente.No será esta la suerte de Carlos Fernández, quien fue el interventor que Kirchner ya le impuso un tiempo atrás al ex gobernador Solá, en oportunidad de la renuncia de Gerardo Otero. Este Fernández acatará las órdenes de Puerto Madero con mayor celeridad.

Pero su designación no es precisamente una señal de distensión. Cumpliendo con el manual elemental de Kirchner, nefasta herencia de otras épocas, va a profundizar el conflicto. La idea es agudizar la contradicción hasta que los actores estallen. Lo que nadie sabe es que va a suceder con una crisis que amenaza con agravarse con el correr de los días. Es necesario repetirlo cuantas veces sea necesario, aun a pesar de la certeza de que nadie escucha del otro lado.

El Gobierno debe abandonar su lógica de confrontación permanente, alguna vez debe dar señales de distensión.Son cada vez más los sectores sociales que se alarman ante cualquier versión y que creen que solo los salvará la especulación.

El Gobierno tiene dos problemas económicos graves generados por su exclusiva responsabilidad. El primero de ellos es la inflación, producto de la torpeza e irresponsabilidad demostrada durante 2007, cuando el elenco oficial no supo controlar la tentación de derrochar dineros, superávit y fondos anticíclicos durante la campaña electoral.

La inflación tiene su origen en una tendencia inflacionaria mundial, en una demanda superior a la oferta pero también en un desbocado gasto público.Apremiado por ese desmadre de las cuentas el kirchnerismo buscó una solución con las retenciones y así disparó el conflicto con el campo. Ellos solos construyeron una perfecta crisis política.

Pero lo peor es que los Fernández, los Moreno, los Kirchner, en fin, no se notifican de sus problemas. La culpa de la inflación la tienen ruralistas, supermercadistas, almaceneros o comerciantes. Y si hay crisis política es porque la oposición está llena de golpistas. Mientras tanto en el gobierno se impone el autismo.

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