Papi, que se siente?, pregunta la pequeña hija a Raúl Alfonsín. "Mucha responsabilidad", responde el candidato radical, recostado en una cama después de una breve siesta y a pocos minutos de las 18 cuando se irían conociendo los primeros resultados de la histórica contienda electoral. El escenario es la casa quinta de Don Torcuato, en San Vicente, donde había decidido aguardar los datos de la votación, junto a sus familiares y a éste periodista especialmente invitado, luego de un rico asado. Sucedió hace 25 años, el 30 de octubre de 1983.
Eran las 18 cuando Alfonsín me invitó a tomar un café en el parque de la quinta, con lo oídos puestos, en los relatos aún escasos del escrutinio, desde una radio portátil. El candidato se incorporó y se alejó respondiendo a un llamado telefónico de un correligionario. Cuando pocos minutos después regresó a la mesa redonda que compartíamos, le di la primera noticia de las urnas. "Raúl, está ganando por lejos en la Antártida". Dibujó una sonrisa pícara y respondió; "Carece de importancia, esperemos los datos de La Matanza".
Estas fueron las primera horas de intimidad mía con Alfonsín y su familia y algunos de sus colaboradores en aquella emblemática fecha de un cuarto de siglo atrás. Al anochecer, a medida que las cifras del escrutinio hacía indiscutible el triunfo del líder radical, la casa quinta se fue poblando de dirigentes de la UCR que asociaban la victoria del presidente electo con el triunfo de diputados y senadores para la nueva democracia, Jesús Rodríguez, Leopoldo Moreau. Federico Storani, Coti Nosiglia, Mario Losada, Osvaldo Alvarez Guerrero, Adolfo Gaas, junto al vicepresidente Víctor Martínez.
Fue este pelotón que encabezó una larga marcha, aquel 30 de octubre, junto a miles de militantes de la Juventud Radical, que desde la quinta de San Vicente, en caravana, se trasladó al Comité Nacional de la UCR, al grito constante de "Siga, siga, siga el baile, al compás del tamboril, democracia para siempre, de la mano de Alfonsín".
El estribillo goza de buena salud, ya que queda demostrado que estos 25 años de democracia sin interrupciones de facto, suman el período más largo de lo siglos XX y el inicial XXI . Este periodista tuvo el privilegio de acompañar al postulante radical en toda su campaña electoral desde 1982 hasta el final de octubre de 1983, tanto en la contienda interna frente al candidato radical Luis León, al que venció categóricamente, como al postulante justicialista, Italo Luder, con el 52 por ciento de los votos.
Recuerdo que en el medio de la campaña electoral de la UCR, el líder del PJ, Luder, que aún no había comenzado su propia contienda, me invitó a almorzar en un restaurante de la calle Corrientes . Quería saber cómo le iba a Alfonsín en su tarea de convencer al electorado en su gira por todos los distritos del país.
El sabía, por mis notas en este diario, que yo lo acompañaba como cronista desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego, internándonos por los pueblitos mas modestos de todo el país. "A esta altura de la campaña, Alfonsín parece una bola de nieve, sus actos concentran cada vez mas gente", comenté. Luder dibujó una sonrisa sobradora y me respondió "Cuando se ponga en movimiento, en pocos días, la maquinaria peronista, se acaba esa fantasía".