Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, queremos aprovechar la oportunidad para saludar a las millones de compatriotas que día a día se esfuerzan para construir una mejor argentina.
Creemos que este día representa una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos y las tareas pendientes.
Es un día para exigir cambios, para tomar posiciones; pero por sobre todas las cosas es una oportunidad para no olvidarnos de las miles de mujeres que viven en nuestro país y hoy no tienen motivos para celebrar.
Hablamos de las que deben luchar en soledad, una batalla demasiado desigual, contra la pobreza y la marginalidad y aun así no dejan sus lugares, porque de ellas depende muchas veces, la subsistencia de la familia. Muchas de ellas, convertidas en madres precoces o algunas que, con menos suerte, se mueren a causa de abortos mal practicados, condenadas por el solo hecho de ser pobres. Mientras tanto el Estado no hace lo suficiente para ocuparse como debiera de la salud reproductiva y muchos prefieren mirar para otro lado porque así es más fácil escaparle a un debate que muy pocos en este país se atreven a dar.
Pero también hablamos de las miles que, en pleno siglo XXI, están sometidas, reducidas a la servidumbre en algún taller clandestino; de las victimas de la esclavitud sexual muchas de las cuales, podemos decirlo sin temor a exagerar, son las desaparecidas de este siglo que nadie se preocupa en buscar.
Este oprobioso escenario no puede sino, hacernos preguntar: ¿No deberían formar parte estos temas de la política de Derechos Humanos, la cual, según se dice, es un eje en la agenda actual gobierno? ¿Acaso no son susceptibles de protección los derechos de estas mujeres…? Nuestra democracia necesita que los derechos humanos se plasmen en la realidad, y no que tan sólo sean una herramienta discursiva para maquillar la realidad.
El día internacional de la mujer es una buena oportunidad para recordar que una democracia en la que tantas personas están privadas de tantos derechos básicos, definitivamente no es una democracia que goce de buena salud. También debe ser una oportunidad para que los argentinos, sin importar el género, las creencias o posiciones partidarias, comencemos a asumir los compromisos necesarios para transformar esta realidad y definitivamente es una oportunidad para que el radicalismo se atreva a discutir y generar políticas de gobierno progresistas que ataquen a los flagelos que aún castigan a millones de mujeres argentinas.
Marzo de 2010
Creemos que este día representa una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos y las tareas pendientes.
Es un día para exigir cambios, para tomar posiciones; pero por sobre todas las cosas es una oportunidad para no olvidarnos de las miles de mujeres que viven en nuestro país y hoy no tienen motivos para celebrar.
Hablamos de las que deben luchar en soledad, una batalla demasiado desigual, contra la pobreza y la marginalidad y aun así no dejan sus lugares, porque de ellas depende muchas veces, la subsistencia de la familia. Muchas de ellas, convertidas en madres precoces o algunas que, con menos suerte, se mueren a causa de abortos mal practicados, condenadas por el solo hecho de ser pobres. Mientras tanto el Estado no hace lo suficiente para ocuparse como debiera de la salud reproductiva y muchos prefieren mirar para otro lado porque así es más fácil escaparle a un debate que muy pocos en este país se atreven a dar.
Pero también hablamos de las miles que, en pleno siglo XXI, están sometidas, reducidas a la servidumbre en algún taller clandestino; de las victimas de la esclavitud sexual muchas de las cuales, podemos decirlo sin temor a exagerar, son las desaparecidas de este siglo que nadie se preocupa en buscar.
Este oprobioso escenario no puede sino, hacernos preguntar: ¿No deberían formar parte estos temas de la política de Derechos Humanos, la cual, según se dice, es un eje en la agenda actual gobierno? ¿Acaso no son susceptibles de protección los derechos de estas mujeres…? Nuestra democracia necesita que los derechos humanos se plasmen en la realidad, y no que tan sólo sean una herramienta discursiva para maquillar la realidad.
El día internacional de la mujer es una buena oportunidad para recordar que una democracia en la que tantas personas están privadas de tantos derechos básicos, definitivamente no es una democracia que goce de buena salud. También debe ser una oportunidad para que los argentinos, sin importar el género, las creencias o posiciones partidarias, comencemos a asumir los compromisos necesarios para transformar esta realidad y definitivamente es una oportunidad para que el radicalismo se atreva a discutir y generar políticas de gobierno progresistas que ataquen a los flagelos que aún castigan a millones de mujeres argentinas.
Marzo de 2010
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