Ajuicio del politólogo Natalio Botana, el saldo del conflicto entre el campo y el Gobierno nacional es que “se fijó un límite institucional” al poder del Ejecutivo y que se quebró “el concepto hegemónico en las relaciones de poder” que había hasta ahora. El politólogo e historiador, autor de diversos libros sobre temas políticos, históricos e institucionales, estimó necesaria una recuperación del justicialismo y de la UCR, fuerzas a las que considera en crisis, y dijo que el país necesita recuperar el federalismo económico, sin el cual se repetirán conflictos como en que hoy tiene Córdoba con la Nación. Botana disertó el jueves pasado en Córdoba en el marco de una convocatoria del radicalismo y dialogó con La Voz del Interior . –¿Qué cambió en la Argentina luego del conflicto con el campo? –Lo que cambió es la configuración del Gobierno de los Kirchner. La idea básica de este Gobierno es el de un ejercicio hegemónico del poder. La clave consistía en la subordinación del Legislativo al Ejecutivo y al Gobierno del decreto y no de la ley. La movilización del campo provocó que la bendita resolución 125 fuera al Congreso. Y el gran cambio es que el Congreso dijo que no. Se ha trazado por primera vez desde 1983 a la fecha un límite institucional y esto ha abierto un juego de poderes en el país, que antes no existía. –¿El Gobierno tomó nota de eso? –No sé si tomó nota. Pero vamos a tener bancos de prueba interesantes. Uno será saber si el Gobierno va a insistir o no con su política de imponer más impuestos al campo a través de resoluciones. Si eso ocurre, las cosas se van a seguir complicando. –También hay un juego nuevo en la relación entre los partidos, que están en crisis. –En los últimos cinco años, de los grandes partidos el que sufre una diáspora muy complicada es el radicalismo. Ahora estamos viendo una posible diáspora del justicialismo; sobre llovido, mojado. –¿Pero no son situaciones distintas? El PJ es casi hegemónico. –Lo que se quebró con el conflicto del campo es el concepto hegemónico en las relaciones de poder. No hay hegemonía sin subordinación del Legislativo al Ejecutivo y tampoco la hay sin un partido altamente disciplinado. Y lo que produjo ese conflicto fue una ruptura de ese partido en el eje de la “burguesía más productiva del país”, que abarca Córdoba, Santa Fe y algunas provincias aledañas. Se produjo (en el PJ) una fisura que no sabemos hasta dónde puede llegar. –¿Esto podría llevar a una reorganización del sistema de partidos, quizá a una desaparición de los actuales, tal como los conocemos? –No lo deseo, aunque tampoco lo descarto. Lo que le haría muy bien a la Argentina serían dos tipos de reconstrucción. Primero la del justicialismo como partido, en una vía de horizontalidad. Los movimientos que se observan en el PJ en Córdoba, en Santa Fe y Buenos Aires tienden a la horizontalidad y hay que ver si eso se puede lograr a través del consenso y no del conflicto. Segundo, la reconstrucción de la UCR. Para eso me parece indispensable instaurar entre los radicales un espacio de diálogo y de reconstrucción, que debe ser público, donde la opinión pública pueda percibir que este partido se pone nuevamente de pie. –¿La crisis de los partidos marca un retroceso en la institucionalidad? –Y... compare con los sistemas de partidos de Brasil, Chile y Uruguay. Son países que constantemente ofrecen posibilidades de alternancia y de reordenar sus liderazgos. En lugar de dispersarse, los partidos en estos países tienden a concentrarse. –¿Por qué ocurre esto en la Argentina? Da la impresión de que en 25 años de democracia, en este aspecto, hemos retrocedido. –No le quepa la menor duda. La historia del radicalismo es de divisiones. Otro aspecto complicado de entender es la persistencia histórica de un movimiento como en que encarna el PJ con sus actuales características. El justicialismo es un mundo dividido en derecha, centro e izquierda. Lo normal es que izquierda esté encarnada en un partido, el centro en otro y la derecha en otro. En el peronismo están todos adentro. –¿Cómo analiza al Gobierno de Cristina Kirchner? –Ha soportado presión tras presión y recién ahora intenta reconstruir alguna iniciativa. Me parece muy claro que el Gobierno de Cristina, como todo Gobierno de segundo término, debe pagar las cuentas que quedaron del primero. Una de las más significativas es que tendrá que avanzar en una reestructuración fiscal. Esta política de subsidios no soporta más. –¿Entonces? –Las dos grandes reformas que merece el país son una fiscal y otra en la coparticipación federal. Si no, vamos a aseguir a los tumbos. –Al respecto, al margen de los errores propios, el Gobierno de Córdoba tiene un reclamo a la Nación que es, cuanto menos, parcialmente justo. –El federalismo es una forma de organización del Estado muy compleja y tiene dos grandes capítulos. El político, que funciona muy bien con el federalismo electoral. La otra dimensión del federalismo es la más complicada y es la dimensión fiscal. Hoy tenemos federalismo político con unitarismo económico. –¿Cómo ve la situación de Córdoba, enfrentada a la Nación? –La veo muy complicada. Además de las relaciones entre las provincias y la Nación, está la propia capacidad de las provincias para mantener en orden sus cuentas. Córdoba tiene el enorme desafío de poner en orden las cuentas propias. –El gobierno de Schiaretti se queja de que desde la Nación se quiere perjudicar a la Provincia. –Siempre van a surgir estas cosas, sean ciertas o no, por el unitarismo fiscal. Es tanto el poder del Ejecutivo, que es un poder de recompensas y sanciones. El mismo Ejecutivo Nacional, sin control, compensa a una provincia amiga o sanciona a una díscola.
Publicada el 03 - 08 - 08, en La Voz del Interior
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