Cecilia Pando me parece un personaje menor, de color, pero sumamente detestable. Su discurso me genera un asco visceral y también molesta cuando se la sobredimensiona, como ha hecho Néstor Kirchner, otorgándole a estas sectas de ultraderecha que se regocijan leyendo la revista Cabildo una entidad que no tienen.La transición democrática, el rol desempañado por los organismos de Derechos Humanos y el Juicio a las Juntas posibilitó que los genocidas tengan un casi nulo apoyo popular en nuestro país y una condena social extendida. Es cierto que en una ciudad como Bahía Blanca no es raro escuchar alguna Doña Rosa, viuda de don Bernardo, sostener que los desaparecidos están todos en Europa o algún tachero lector de La Nueva Provincia vociferar para pedir el retorno de los milicos.Creo que hemos avanzado significativamente en la condena a los crímenes de lesa humanidad perpetrados por los genocidas, es algo que desde chico veo en casa cuando con mi abuela que hoy tiene 85 años mirábamos los informes de ZOO con Juan Castro y ella se indignaba, ella que nunca participó políticamente en su vida. Incluso mi vieja, típica ama de casa que entregó su vida a la crianza de sus hijos, radical por esas cosas hereditarias que tienen más que ver con lo sentimental que con lo ideológico, decir que le da repugnancia la sola imagen de los genocidas por las barbaridades de la dictadura. Hay que reconocer que la condena social radica en el rechazo generado por las aberraciones de los asesinos y menos en preguntarse porque cometieron esos delitos, ¿qué individuo bien nacido puede mirar con simpatía el robo de bebes?Hace unos años un amigo cuyo padre es militar me paso unos fascículos de historia que se enviaban dentro de la fuerza vía mail. El primero de ellos comenzaba con un diálogo ficticio entre un padre y un hijo ingresante a la universidad que se encontró ante una situación de rechazo general por un comentario realizado en clase sosteniendo que las Fuerzas Armadas habían defendido a la patria. El chico confundido por todo lo que se había dicho sobre los militares, habla con su padre quien intenta explicarle lo sucedido para corregir la mirada de su hijo que casualmente se llamaba Raúl como aquel ex presidente que los enjuicio:Raúl: ¿Qué es lo que querían los guerrilleros ?Padre: Como te dije, tomar el poder por las armas y establecer un gobierno marxista autoritario a la imagen de Cuba..Raúl: ¿Y entonces?Padre: Las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Seguridad y Policiales, en cruentos enfrentamientos a lo largo de varios años , terminaron derrotando militarmente a estos verdaderos ejércitos revolucionarios. Fue una guerra terrible, con miles de muertos y desaparecidos . Como en toda guerra, ambos contendientes vulneraron los derechos humanos tal como fueron concebidos en la Declaración Universal de 1948 .Raúl: ¡Pero papá, si militarmente ganaron las Fuerzas Armadas defendiendo las instituciones ! ¿Por qué ahora persiguen a sus miembros y no a los que fueron terroristas?Padre: Mira hijo, esto es muy largo de explicar y lo dejaremos para otro día. Anda a dormir y a reponer fuerzas para mañana que debes estudiar para aprender y tener un mejor futuro que nuestra generación…No es casual la elección del nombre del joven ingresante: el papá militar lo sienta a Raúl para que entienda la "verdad" de la historia. No creo en la reconversión democrática de nuestras Fuerzas Armadas y por eso mismo agradezco que su papel este reducido al chocolate caliente de los 25 de mayo. Aplaudo de pie la política de Derechos Humanos del gobierno nacional pero sé que es mucho más fácil cazar leones enjaulados (así y todo hay 55 prófugos y un desaparecido en democracia) que hacerlo cuando estaban vivitos y coleando entre nosotros como hace 25 años y el gobierno alfonsinista decidió condenarlos.Queda como tarea pendiente el desmantelamiento de la Argentina injusta vigente hasta nuestros días que construyó la Junta Militar desde el ministerio de Economía de Alfredo Martínez de Hoz. Ver a Bussi llorando me revolvió las tripas, por suerte la justicia llega aunque las Cecilias Pando se nieguen a aceptarla o por más que se escapen como lauchas con la complicidad de otros tantos que no quieren escuchar la voz de un pueblo diciendo NUNCA MAS.
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