Decir que el tiempo y la antigüedad dan derechos es algo que en la vida y en política lo escuchamos mucho. Si fuera por eso, hoy tendrían que sentarse todos a escuchar al radicalismo. El partido, la UCR, cumple 120 años.
También es común escuchar anécdotas y relatos épicos de allá a lo lejos, cuando las cosas eran distintas. Si fuera por eso, hoy el radicalismo podría completar páginas de diarios, horas de radio y televisión, y opiniones y posteos en la red.
Pero más allá de los recuerdos, anécdotas y valoraciones, estas fechas sirven para inquietarnos un poco y evaluarnos con espíritu crítico: ¿Por qué el radicalismo sigue ahí después de 120 años? Tal vez, ese ejercicio inquisidor puede ayudar a examinarnos como militantes y dirigentes políticos.
Cada uno tendrá su respuesta. Yo tengo la mía. La UCR sigue ahí porque, aunque con un origen lejano, con ciento veinte años de historia nacional a cuestas, con golpes de Estado, guerras, liderazgos, elecciones, conquistas y derrotas de por medio, el radicalismo sigue vigente.
Como dice una frase del Manifiesto Universitario del '18, "no es el tiempo el que nos da derecho a permanecer, sino muchas de las injusticias que nos dieron origen y que aún hoy siguen vigentes".
Es sorprendente y exige cuestionarnos la actualidad que 120 años después tienen los postulados con que surgió el radicalismo. La honradez en la administración estatal, el ejercicio efectivo de la soberanía popular, la idea de igualdad ante la ley, el federalismo y la opción por la educación pública como instrumento de movilidad social son algunos de esos valores que más de un siglo después siguen vigentes.
La administración pública no da pruebas de honradez; el ejercicio del voto a menudo se condiciona clientelismo mediante; la concentración de poder en la Presidencia ha vuelto a las gobernaciones meras delegaciones; y la educación está hoy peor que ayer pero mejor que mañana. Estos desafíos exigen más y mejor radicalismo.
Si paramos a cualquier compatriota por la calle, no creo que haya uno que niegue que el país que quiere para el futuro incluye un Estado eficiente y transparente, ciudadanos participativos y respetados, federalismo real con transferencia de recursos a las provincias y, sobre todo, educación pública de calidad y para todos.
Sin dudas, no son sólo las injusticias que mantienen vigente al radicalismo. La vigencia radical no se entiende sin el arraigo popular y sin los desafíos pendientes.
Es por eso, que 120 años después los radicales redoblamos esfuerzos y renovamos ilusiones que sostenemos en ideas.
Es por eso, también, que 120 años después le pedimos a la Argentina una oportunidad. Con las injusticias vigentes y 120 años a cuestas, el radicalismo está dispuesto a tomar el desafío.
Ernesto Sanz
Senador Nacional UCR Mendoza
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