Quienes hemos comulgado siempre con los ideales de la Reforma Universitaria de 1918, entendemos que sus principios consagrados en el Manifiesto Liminar, han posibilitado que la Universidad se abriera el pueblo, ante una demanda lógica de las mayorías populares, expresadas en los emigrantes y sus hijos, los cuales, hacia fines del siglo XIX no tenían derechos políticos y mucho menos, acceso a la educación superior.
El Movimiento Reformista no sólo se plasmó a partir de la lucha de los estudiantes en nuestro país, sino que también, en gran parte de Latinoamérica, convitiéndose en bandera de partidos populares como por ejemplo el APRA, en la República hermana del Perú. La inmediata consecuencia de la implementación de la reforma universitaria se traduce en la incorporación de los sectores populares a una universidad gratuita, con ingreso irrestricto, posibilitando la movilidad social de las personas, en un país como el nuestro, donde la idea de progreso y las posibilidades eran parte de una realidad, al menos así, lo consideraban los ciudadanos del mundo, que venían ha habitar nuestra generosa Patria entre los años 1876 y 1920.
La pregunta sería ¿cual es el rol de la universidad reformista hoy? Las sucesivas crisis hacen pensar a los integrantes de los claustros de la universidad, que se podría cambiar y mejorar, en nuestra universidad pública. Comenzaría afirmando, que quienes estuvieron como docentes, graduados y estudiantes durante el gobierno neoliberal del Presidente Menem (PJ), cuyo propósito en materia educacional en general y de educación superior en particular, fue favorecer a las iniciativas privadas (confesionales o no) y desdeñar a las públicas, con el fin de privatizarlas o arancelarias, y convertir a la educación en un privilegio de una minoría con posibilidades económicas. Pero ante este embate sobre las altas casas de estudios, los integrantes de los claustros universitarios resistieron la privatización, a pesar de que los salarios docentes eran irrisorios, la mayoría, prefirió dar testimonio de una educación plural, democrática, laica y gratuita, a cerrar una institución que tantas luchas costó consolidar en nuestro país.
Para delinear los desafíos del futuro, se deben buscar ejemplos concretos. En muy pocos países de América y el mundo, la universidad es gratuita y de libre elección de carrera que el alumno pretende cursar. Y esto último, tiene que ver con el desempeño en los estudios previos del educando, debiendo optar el alumno muchas veces, por una carrera análoga, o de las que queden vacantes. Esto no quiere decir, que no debemos animarnos a revisar los principios que dieron forma hace 100 años a nuestras altas casas de estudios, pero cuidado, que revisando rápidamente la historia de la universidad desde el presente, hasta ahora, ningún modelo alternativo fue superador.
Imagino, que debemos garantizar una universidad autónoma, co-gobernada, sin ingreso, con concursos justos, con docentes que se capaciten permanentemente y graduados que aporten ideas e investigación, y alumnos que exijan un nivel académico adecuado.
Los alumnos, manifiestan que actualmente hay sectores que no forman parte de la comunidad universitaria por exclusión, y tienen la razón, como también es cierto, que no hay un país posible para ellos, y sólo forman parte de una escenografía clientelistica. ¿Qué hacer? Nosotros, los que formamos parte de la comunidad universitaria, tenemos estudiar, investigar, potenciar garantizar la participación y discusión democrática. Pero también, debemos exigir becas para los sectores menos favorecidos, que han sido la balanza de ajuste, de los programas de transnacionalización de la economía en la década del 90. Imagino que podremos evaluar de que manera podremos integrar en el siglo XXI a los nuevos excluidos, como lo hicieron posible los reformistas de 1918, a partir de su lucha y la firmeza en los ideales, otorgándoles el beneficio, que garantiza el principio de "igualdad de oportunidades", el cual, debe ser la piedra angular, en un país donde la libertad y la democracia no sean solamente parte de un bonito discurso.
Los cambios se producen con ideas, que si bien pueden apoyarse en los principios, deben ser parte de un permanente proceso de intercambio de opiniones que se encuentren a la altura del ámbito, en el cual estamos discutiendo. En tal sentido, bienvenido Marx, los liberales, los reformistas, y toda las demás corrientes de pensamiento en el necesario debate, de eso se trata una universidad popular, libre y al servicio del pueblo.
Hace 92 años, un 15 de junio, tuvo lugar una gesta estudiantil en la ciudad de Córdoba, con el propósito de introducir los cambios necesarios en el sistema universitario argentino, para garantizar en adelante, el acceso de miles de jóvenes argentinos y latinoamericanos de todas las clase sociales, a la educación superior. En tal sentido, se implementó la democratización del sistema universitario de gobierno, el libre acceso a la educación superior, la autonomía universitaria, la extensión a la comunidad, la libertad de cátedra, la posibilidad de debatir todas las ideas y acceder a la bibliografía sin limitaciones, desplazando todos los prejuicios dogmáticos y espiritualistas.
Será a partir de esta reforma de 1918, que la universidad argentina se convierta en una importante referencia en la formación de miles de profesionales de nuestro país y de Latinoamérica, con su singular sistema educativo, bajo el auspicio del principio rector de la razón. Sus egresados, docentes, profesionales, científicos y políticos, han recibido los conocimientos de una universidad abierta a todas las ideas y pensamientos, lo cual, sólo ha sido posible por la vigencia de los principios reformistas en el sistema universitario de la República Argentina. Hoy es tarea de las expresiones universitarias que adhieren a la reforma de 1918, mantener vigentes estos principios reformistas que garantizan la igualdad de oportunidades, En tal sentido, le cabe a la Franja Morada, el deber de liderar esta nueva acción política, donde se alzan confusas voces, que sólo declaman conquistas y facilismos, haciendo gala de un engañoso populismo, donde se habla de derechos y no deberes.
La Universidad reformista que consiguieron los estudiantes en junio de 1918, es y será la base de una educación igualitaria, convirtiéndose en una herramienta que nos permite formar ciudadanos alejados de los dogmas y sistemas de pensamiento único. En tal sentido, el mejor homenaje que podemos realizar en este 92 aniversario de la Reforma Universitaria, debe contener a todos, pero será tarea fundamental de nosotros los reformistas de los claustros docentes, graduados y estudiantes, sea mantener en alto las "Banderas Moradas de 1918", símbolo éstas, de la libertad de aprender, de enseñar y de poder pensar en un país donde la universidad reformista, sea la real posibilidad de acceder al progreso social e intelectual, en beneficio de nuestros ciudadanos y de nuestra Patria.
Prof Cesar Arrondo
UNLP
Miembro del Foro de Historiadores Radicales
El Movimiento Reformista no sólo se plasmó a partir de la lucha de los estudiantes en nuestro país, sino que también, en gran parte de Latinoamérica, convitiéndose en bandera de partidos populares como por ejemplo el APRA, en la República hermana del Perú. La inmediata consecuencia de la implementación de la reforma universitaria se traduce en la incorporación de los sectores populares a una universidad gratuita, con ingreso irrestricto, posibilitando la movilidad social de las personas, en un país como el nuestro, donde la idea de progreso y las posibilidades eran parte de una realidad, al menos así, lo consideraban los ciudadanos del mundo, que venían ha habitar nuestra generosa Patria entre los años 1876 y 1920.
La pregunta sería ¿cual es el rol de la universidad reformista hoy? Las sucesivas crisis hacen pensar a los integrantes de los claustros de la universidad, que se podría cambiar y mejorar, en nuestra universidad pública. Comenzaría afirmando, que quienes estuvieron como docentes, graduados y estudiantes durante el gobierno neoliberal del Presidente Menem (PJ), cuyo propósito en materia educacional en general y de educación superior en particular, fue favorecer a las iniciativas privadas (confesionales o no) y desdeñar a las públicas, con el fin de privatizarlas o arancelarias, y convertir a la educación en un privilegio de una minoría con posibilidades económicas. Pero ante este embate sobre las altas casas de estudios, los integrantes de los claustros universitarios resistieron la privatización, a pesar de que los salarios docentes eran irrisorios, la mayoría, prefirió dar testimonio de una educación plural, democrática, laica y gratuita, a cerrar una institución que tantas luchas costó consolidar en nuestro país.
Para delinear los desafíos del futuro, se deben buscar ejemplos concretos. En muy pocos países de América y el mundo, la universidad es gratuita y de libre elección de carrera que el alumno pretende cursar. Y esto último, tiene que ver con el desempeño en los estudios previos del educando, debiendo optar el alumno muchas veces, por una carrera análoga, o de las que queden vacantes. Esto no quiere decir, que no debemos animarnos a revisar los principios que dieron forma hace 100 años a nuestras altas casas de estudios, pero cuidado, que revisando rápidamente la historia de la universidad desde el presente, hasta ahora, ningún modelo alternativo fue superador.
Imagino, que debemos garantizar una universidad autónoma, co-gobernada, sin ingreso, con concursos justos, con docentes que se capaciten permanentemente y graduados que aporten ideas e investigación, y alumnos que exijan un nivel académico adecuado.
Los alumnos, manifiestan que actualmente hay sectores que no forman parte de la comunidad universitaria por exclusión, y tienen la razón, como también es cierto, que no hay un país posible para ellos, y sólo forman parte de una escenografía clientelistica. ¿Qué hacer? Nosotros, los que formamos parte de la comunidad universitaria, tenemos estudiar, investigar, potenciar garantizar la participación y discusión democrática. Pero también, debemos exigir becas para los sectores menos favorecidos, que han sido la balanza de ajuste, de los programas de transnacionalización de la economía en la década del 90. Imagino que podremos evaluar de que manera podremos integrar en el siglo XXI a los nuevos excluidos, como lo hicieron posible los reformistas de 1918, a partir de su lucha y la firmeza en los ideales, otorgándoles el beneficio, que garantiza el principio de "igualdad de oportunidades", el cual, debe ser la piedra angular, en un país donde la libertad y la democracia no sean solamente parte de un bonito discurso.
Los cambios se producen con ideas, que si bien pueden apoyarse en los principios, deben ser parte de un permanente proceso de intercambio de opiniones que se encuentren a la altura del ámbito, en el cual estamos discutiendo. En tal sentido, bienvenido Marx, los liberales, los reformistas, y toda las demás corrientes de pensamiento en el necesario debate, de eso se trata una universidad popular, libre y al servicio del pueblo.
Hace 92 años, un 15 de junio, tuvo lugar una gesta estudiantil en la ciudad de Córdoba, con el propósito de introducir los cambios necesarios en el sistema universitario argentino, para garantizar en adelante, el acceso de miles de jóvenes argentinos y latinoamericanos de todas las clase sociales, a la educación superior. En tal sentido, se implementó la democratización del sistema universitario de gobierno, el libre acceso a la educación superior, la autonomía universitaria, la extensión a la comunidad, la libertad de cátedra, la posibilidad de debatir todas las ideas y acceder a la bibliografía sin limitaciones, desplazando todos los prejuicios dogmáticos y espiritualistas.
Será a partir de esta reforma de 1918, que la universidad argentina se convierta en una importante referencia en la formación de miles de profesionales de nuestro país y de Latinoamérica, con su singular sistema educativo, bajo el auspicio del principio rector de la razón. Sus egresados, docentes, profesionales, científicos y políticos, han recibido los conocimientos de una universidad abierta a todas las ideas y pensamientos, lo cual, sólo ha sido posible por la vigencia de los principios reformistas en el sistema universitario de la República Argentina. Hoy es tarea de las expresiones universitarias que adhieren a la reforma de 1918, mantener vigentes estos principios reformistas que garantizan la igualdad de oportunidades, En tal sentido, le cabe a la Franja Morada, el deber de liderar esta nueva acción política, donde se alzan confusas voces, que sólo declaman conquistas y facilismos, haciendo gala de un engañoso populismo, donde se habla de derechos y no deberes.
La Universidad reformista que consiguieron los estudiantes en junio de 1918, es y será la base de una educación igualitaria, convirtiéndose en una herramienta que nos permite formar ciudadanos alejados de los dogmas y sistemas de pensamiento único. En tal sentido, el mejor homenaje que podemos realizar en este 92 aniversario de la Reforma Universitaria, debe contener a todos, pero será tarea fundamental de nosotros los reformistas de los claustros docentes, graduados y estudiantes, sea mantener en alto las "Banderas Moradas de 1918", símbolo éstas, de la libertad de aprender, de enseñar y de poder pensar en un país donde la universidad reformista, sea la real posibilidad de acceder al progreso social e intelectual, en beneficio de nuestros ciudadanos y de nuestra Patria.
Prof Cesar Arrondo
UNLP
Miembro del Foro de Historiadores Radicales
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