jueves, 26 de junio de 2008

SALIR DEL CLIENTELISMO PARA VOLVER A LA REPRESENTACION


Mensaje del Titular de la UCR, Gerardo Morales, al evocar el 117 aniversario de la fundación del partido.

La política es una concepción ética de la vida, enseña Leandro Alem al fundar la UCR el 26 de junio de 1891.
Esa ley fundamental debe orientar a todos los hombres y todas la mujeres que comparten la construcción de una fuerza polìtica progresista. En base a la doctrina, las ideas, los ideales y principios marcados por hombres fundamentales, como Alem e Hipólito Irigoyen, los y las radicales establecen en la lucha por los desposeídos la base de su militancia política en armonía con la ética de la solidaridad que pregona Raúl Alfonsín.
Moisés Lebensohn, por su parte, afirma que el Radicalismo \"no es una etiqueta. Es un contenido. Quien no alienta pasión de justicia y a su influjo gobierna su vida, no es radical por más que así se titule y por alta que sea su ubicación en el escalafón partidario. Es una forma de conducta y un estilo de vida\". Además, Don Arturo Illia nos legó que \"un partido debe defender, en lugar de los intereses de un sector, el interés de tantos sectores como fuera posible. Eso que llaman el interés general\".
SALIR DEL CLIENTELISMO PARA VOLVER A LA REPRESENTACION
El Radicalismo debe ser protagonista, opositor al populismo, pero fundamentalmente, constructor del cambio en democracia que reclama la gente.Hace pocas semanas los/as radicales de todo el país coincidimos, después de un franco debate, en que la política se ha alejado de la gente y nosotros debemos volver a estar junto a la gente. Para eso necesitamos un partido organizado y fuerte.
Somos un partido nacional atento a comprender, para solucionar, los problemas de la sociedad. Somos la alternativa política frente al agotamiento del modelo de poder kirchnerista. La política nacional vive un retroceso. A la Argentina le hace falta un sistema de partidos políticos, abierto, participativo, moderno, perceptivo de los problemas de la gente, con una lectura clara de lo que pasa en el mundo.Los/as radicales debemos preparar el partido como herramienta política para ser factor de poder y gobierno. La política es un tema nacional, no comarcal, donde está en juego el destino de la Nación, es decir la vida de los ciudadanos.
El absurdo conflicto entre el gobierno y el campo muestra claramente que el problema es la política. Es decir, la falta de política. La pregunta, y con razón, es quien tiene la plata de las retenciones; quién distribuye la plata que se recauda y, lo más importantes, qué hacen con la plata de todos. Es decir, qué política de mediano y largo plazo se sigue en materia agropecuaria o industrial, de inversiones o de redistribución de la riqueza que generan hombres y mujeres con su esfuerzo en cada rincón del país.
El campo es el primer sector que le pone una mano en el pecho al Kirchnerismo. Es decir, como un freno al abuso de poder y a la arbitrariedad en el manejo de los fondos públicos, el sector agropecuario -en su lucha sectorial pero con fuerte repercusión inclusive en sectores urbanos- ha puesto en la agenda pública el reclamo del país por mayor calidad institucional.
El gobierno ha debilitado la democracia y la República. Hoy el riesgo no es el del golpe de estado preparado por células armadas para tomar el poder. Sino, el peligro es la generación de un vacío que pueda ser aprovechado por intereses diferentes a los del pueblo. Estamos en riesgo como sistema de vida o como sistema de derechos en la restricción a la libertad (de expresión, de asociación, de prensa, de salud, de vivienda, de libra circulación).
Estos días asistimos a la perversa estrategia oficial de ofrecer como una “graciosa concesión del poder” (cual monarquía) el ingreso de un proyecto de ley a la Cámara de Diputados sobre derechos de exportación, cuando claramente la Constitución nacional en su artículo 75 inciso 1, indica que es materia del Poder Legislativo imponer los gravámenes, incluidas las retenciones. El diálogo y la búsqueda de consensos en el poder legislativo –integrado por los representantes del pueblo y las provincias- no son licencias del poder central, centralista-kirchnerista, sino la base de la democracia constitucional argentina. En la medida en que se impone el poder unipersonal, la idea única, la mirada autoritaria, y no se le pone una valla, estamos en riesgo.En consecuencia, los partidos políticos debemos volver a encarar la representación popular y dar respuestas concretas a los problemas de la sociedad. Los partidos políticos debemos combinar acciones y discursos consistentes, para articular el mensaje con las políticas que comprendan a la comunidad y su funcionamiento. Debemos volver a la representación, abandonar el clientelismo que solo promueve víctimas en la violencia de la miseria. A las grandes prebendas el poder las reparte entre sus amigos. El kirchnerismo ha fundado un capitalismo de amigos que deja al país sin recursos naturales, energéticos o productivos, mientras critica con chicanas a quienes libremente invierten en actividades productivas que hacen crecer al país.La actualidad nos obliga a adecuarnos, además, a las nuevas tecnologías de comunicación y producción. Comprender en especial a los jóvenes y su búsqueda honesta de un lugar en la política es primordial para el Radicalismo.La transversalidad y las colectoras acrecentaron la brecha entre los partidos políticos y la sociedad, erosionando cualquier construcción partidaria. Pero, la gestión precisa transparencia y racionalidad, no alcanza con discursos conciliadores o fotos de manos apretadas. Nuevamente el diferendo con el campo hace evidente, por un lado, la falta de conexión con los demandantes, y por el otro, la carencia de medidas de política económica adecuadas, coherentes y sensatas. La única lógica que conoce el gobierno –y el comando externo del ex Presidente- es la caja que maneja con superpoderes.
Mientras ni un “Moreno” (el secretario de Comercio) puede disimular la crisis energética, la inflación o la inseguridad, los funcionarios prefieren la confrontación con un sector de la economía que hasta hace un breve tiempo le servía para abultar esa caja. La intemperancia en lugar de disminuir o encontrar el rumbo de una solución cierta y real, parece reincorporar la violencia física y la persecución política. Ambos frutos de momentos históricos que presumimos habíamos superado.Cuando se piensa en torno de los políticos, en periodos de posmodernidad y globalización, se piensa fundamentalmente en la idea de consenso. Y la idea de consenso extremo habla de hegemonía y habla fundamentalmente de movimientismo, antes, que de partidos políticos institucionalizados para la democracia. En la arena política, el consenso es diálogo. El acuerdo, el pacto, son importantes, pero también es importante el disenso. La robustez de las democracias está hecha en bases de disensos y, también, en bases de consensos.Las coaliciones no son fáciles de sostener. Cualquier forma de trabajo conjunto alcanza los objetivos si los partidos políticos que se integran se institucionalizan y se convierten cada día en partidos más enteros y vigorosos. Coaliciones fuertes se consiguen solo con partidos fuertes.La ética de la convicción que lo lleva a Alem a sacrificar su vida por mano propia, antes que rendirse y arrodillarse ante Roca, que era la montaña que lo estaba avasallando. En esa idea de la ética ciudadana encontramos las banderas de la UCR. Es decir, son las enseñas de la no-farandulización de la política; de la búsqueda del bien común sobre los intereses corporativos; de la organización colectiva sobre el individuo; en definitiva, aquel rezo laico del Preambulo: “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad”.La austeridad republicana es la idea base de la construcción institucional. Porque estamos de prestado en los lugares públicos, que no somos los dueños del poder, ni de la Casa Rosada, ni del Congreso, ni siquiera del despacho. Es el pueblo el que presta el poder, el pueblo dice que los gobierne y el pueblo quita ese poder. Ética, transparencia, austeridad siguen siendo los pilares de la arquitectura democrática.
A los radicales nos consta que la construcción de la democracia es nuestra tarea. Sin pausa, a través de estos 25 años, la UCR priorizó la institucionalidad. Como una franca apelación a la voluntad de quienes tienen responsabilidades de gobierno, en estas circunstancias, como partido político nacional, autónomo, integrado por hombres y mujeres libres, requerimos que procedan a cambiar el rumbo por el que están llevando a la República. El gobierno debe permitir y posibilitar la vigencia plena de los dictados constitucionales que han sido vulnerados.
La consolidación de un partido nacional, es el desafío de la hora. Respetando la idiosincrasia, el modo de ser de cada provincia -naturalmente no somos todos iguales-, pero con la idea de la unidad nacional. Con la visión de consolidar el partido nacional es indispensable que no perdamos de vista que cualquier partido, en cualquier parte del mundo, gira alrededor de cuatro ejes fundamentales: principios, doctrina, unidad y disciplina. Por supuesto, permitiendo el debate interno para que el disenso sea lo que consolide la vida en el Radicalismo y la democracia argentina.
Muchas veces el internismo ha desangrado al Radicalismo. Debemos encauzar este problema porque el país nos necesita con respuestas y no peleando.Si logramos recuperar la relación con cada uno de los argentinos, las ideas fundadoras de la UCR confirmaremos que tienen vigencia. Es responsabilidad de todos, pero mayor es la responsabilidad de quienes hemos sido electos a través del voto popular.Los legisladores, de cualquier rango, debemos tener mayor contacto con las bases. Se debe recorrer con mayor intensidad cada provincia o región. La función, la capacitación y la responsabilidad del rol del radical en cada pueblo o ciudad, en cada banca o escritorio, debe primar porque además, el país está atravesando un momento de zozobra, incertidumbre y escepticismo.Las construcciones personales restan mucho de ser una obra o un colectivo nacional, como integramos los radicales. Más allá de la situación vivida, hoy nuestro partido a lo largo y ancho del país, se está recuperando.
La UCR está de pie. Mucho más que el reparto desesperado, el Radicalismo puede ofrecer a la comunidad ideas, proyectos y militantes. La UCR es una construcción colectiva, no un emprendimiento personal. Tiene en su patrimonio las disidencias internas, las distintas corrientes y una particular previsibilidad para el votante.
La UCR es la contracara de la degradación política que se hace evidente en el uso del dinero público para las campañas y el financiamiento de los aparatos políticos al servicio del cacique no del conjunto; el canje de empleo, planes o bolsones de comida por votos en las elecciones y en lo cotidiano sumisión al poder; el autoritarismo como ideología central más allá de los discursos (la verdad es siempre del que gobierna); o e mantenimiento de la pobreza y su incremento biológico.
Frente a gobernadores rehenes de la caja de un señor a quien nadie eligió, el justo reclamo de la coparticipación que les pertenece a las provincias. Frente a piqueteros rentados con personeros de la miseria, militantes comprometidos. Frente a legisladores o funcionarios que se “alquilan” o “negocian” al mejor postor, hombres y mujeres que resisten por vocación y honesto compromiso con la comunidad.Recuperemos LA POLÍTICA, con mayúsculas, con valores progresistas, solidarios y sensibles a un mundo en paz. Participemos activamente en un proyecto colectivo, con ideas, propuestas, preocupaciones y soluciones. Pero, también, sueños e ilusiones (por qué no).
Gerardo Morales
Presidente Comité Nacional

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