jueves, 3 de julio de 2008

LEGISLATURA PORTEÑA HOMENAJEO A YRIGOYEN

Se me ha invitado a hablar sobre Hipólito Yrigoyen, en este nuevo aniversario de su fallecimiento.
Que bueno que sea en esta casa, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, donde debaten y legislan los representantes del pueblo de la ciudad que lo vió nacer en el cercano barrio de Balvanera.
A Yrigoyen le tocó morirse en una década que le fue esquiva a los argentinos. La década del “fraude patriótico”, la “década infame” para nosotros los radicales. Se fue de su pequeño y austero departamento, a escasos metros de la estación de Constitución, a las siete de la tarde de un día como hoy de 1933.
Su cortejo fúnebre fue multitudinario. Representó la vuelta a las calles de “la chusma radical". El espíritu y el temple que se había enmudecido el 6 de septiembre de 1930 de la mano del general José Félix Uriburu, quien encabezó la primer dictadura militar que derrocó a un gobierno surgido de la voluntad popular y el sufragio secreto y universal.
Fue la lucha por la creación y la vigencia de esa ley, la que marcó a fuego la vida del demócrata Hipólito Yrigoyen. Primero de la mano de una sucesión de revoluciones fallidas, la del ´90; ´93; ´96 y 1905, que durante dos décadas, chocaron con los poderes centrales de turno y unas fuerzas armadas funcionales al establishment conservador argentino de fuertes lazos con el poderío del imperio británico. Años de violencia, cárcel, destierro y nuevos alzamientos en distintos puntos del país para los seguidores de esta incipiente fuerza política.
Son los tiempos de lo que los radicales denominamos con orgullo: “la abstención revolucionaria".
Sobrevinieron los tiempos del diálogo, de la férrea decisión de la construcción y el liderazgo de un partido político y de la redacción final del texto de la ley, que le dio por primera vez a la argentina la posibilidad de tener un gobierno surgido de la voluntad ciudadana. Esa ley que si bien se conoce como Ley “Saenz Peña”, bien podría llamarse también ley “Yrigoyen”.
Decía hacia 1910: “es indispensable recuperar el mecanismo electoral, lealmente ejercido, bajo los principios democráticos, con lo que la paz y el orden público serán perdurables, extinguiéndose desde luego los vicios actuales".
El partido radical no es una obsesión individual ni una pasión colectiva y transitoria. Después de 20 años existe como una convicción sincera y persistente. Su misión no es el gobierno por el gobierno mismo sino la reparación de las instituciones públicas.
Y asi fue como llegó a la Casa de Gobierno después de cuarenta años de lucha política, sin componendas, sin acuerdos espúreos, sin mayores estridencias, sin discursos ampulosos, con su característica austeridad y sobriedad que le deparara para los tiempos el mote de sus adversarios: “Peludo”. “El viejo” para sus partidarios. Tal vez, ese carácter introvertido, tenga su origen en su proceso formativo a la sombra de su tío y de su enorme figura como orador cautivante. Leandro Alem fue uno de los auténticos referentes de las tribunas políticas.
Vuelvo a Yrigoyen y sostengo que fue su primer gobierno también, el primero que marcó en Latinoamérica un hito en la construcción democrática en libertad. Fue el primero en legislar y pensar un país inclusivo dispuesto a comenzar a desandar la gran brecha social que distanciaba a los miembros tradicionales de la argentina opulenta, de las grandes mayorías sedientas de nuevos espacios en la vida social de la Argentina.
Es ese Yrigoyen que nos enorgullece, el que al recibir la visita del embajador británico que intentaba tomar conocimiento acerca de los nombres propuestos como miembros del gabinete, para recibir el aval del poder central londinense, no dudo en sostener:“es una costumbre que el señor embajador debe dar por terminada.”
Fue en 1918, durante su primer mandato que se inició otro proceso revolucionario en la América Latina, que sería faro para el mundo entero en lo educativo, la reforma universitaria que arrancó de la mano de los estudiantes de medicina de la Universidad Nacional de Córdoba.
Fue el Presidente Yrigoyen quien estableció por decreto el descanso dominical que hizo efectivamente cumplir a partir de su modificación. Instituye la ley de las ocho horas de trabajo. La reincorporación de los huelguistas ferroviarios despedidos por las compañías inglesas, la reserva del empleo a los que cumplen el servicio militar obligatorio. El que impide el aumento de los alquileres. Prohibe el embargo de sueldos. Crea el “Hogar Ferroviario.” Reglamenta el trabajo a domicilio. Establece la obligatoriedad de pagar al obrero en moneda nacional de curso legal en toda la Nación, salvando a los obreros de los obrajes y los ingenios de la vil “moneda propia”. Fomenta la fundación de cooperativas agrícolas. Compra toneladas de azúcar y las vende a precio bajo en las comisarías, para combatir la política de desabastecimiento. Fija por decreto el precio del trigo.
Muchas veces a los radicales nos endilgan el mote de institucionalistas y formalistas, acusándonos del olvido de las leyes sociales. Vaya este pequeño ejemplo de lo que representó el gobierno de Yrigoyen en la vida del pueblo trabajador.
Mientras en el Congreso se le negaba consideración a muchas de sus iniciativas sociales, el gobierno de Giolletti en Italia, las cita para apoyarse en ellas en su mensaje al Parlamento.
Fue un 13 de enero de 1920, que instruyó al Crucero 9 de Julio, al llegar a la República Dominicana, que estaba ocupada por los Estados Unidos de América, izar al tope la bandera de la Nación hermana invadida y saludarla con una salva de 21 cañonazos.
De su mano y de una decisión innegociable, la delegación argentina con mandato conferido al Canciller Pueyrredón, fue la artífice medular del retiro de delegaciones nacionales del seno de la Asamblea de la Liga de las Naciones. Aquella que no respetaba el concepto de igualdad de las naciones y que privilegiaba a las naciones europeas y a los Estados Unidos de América. Esa sociedad, gracias a este Presidente radical no prosperó.
Fue durante su primera gestión el creador de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Y que bien le haría hoy al país, tener en pleno funcionamiento una YPF nacional, al servicio de los intereses de los argentinos.
Y fue este mismo Presidente radical el que decretó que se conmemorará el 12 de octubre como día de reconocimiento al descubrimiento por parte de cristóbal colón de las costas americanas. y principalmente, de reivindicación de nuestra raíz hispánica. Y aquí vale detenerse porque la fuerte influencia cultural de la generación del ´80 había intentado desandar esa senda de la mano de sus intelectuales más destacados. Tal vez esa respuesta de Yrigoyen, que hoy es maliciosamente malinterpretada, deba ser revisitada por los historiadores y enmarcarda en su contexto de tiempo y espacio.
Años mas tarde, siendo ya Presidente Alvear , el Comité Ferroviario pro candidatura presidencial de Yrigoyen aseguraba:
“Todas las leyes benefactoras y de completo amparo, y principalmente la de jubilaciones, fueron discutidas y sancionadas bajo los auspicios del gobernante más honrado. Para la consecución de estas notables mejoras, sin las cuales nuestro gremio sería todavía un conglomerado sin base, sin orden y sin protección alguna, fue menester que ocupara la Presidencia de la República.”
Mientras sus enemigos desde la Embajada estadounidense aseguraban en sus despachos que “los elementos extranjeros de la población ejercen alguna influencia en el partido radical, lo que puede resultar en una exagerada legislación de naturaleza socializante. Puede comparárselo a un viejo político, favorable a las masas y clases laboriosas, que permite que el comunismo florezca”
Fue él mismo entonces que decidió marchar por una segunda presidencia y obtuvo un triunfo contundente con más del 62% de los votos. Es el denominado “plebiscito” del 1º de abril de 1928.
Fue quien tomó la decisión de intervenir varios estados provinciales y al no titubear sostuvo que esas provincias como la de Buenos Aires, gobernadas por el fraude debían saber que “la autonomía es de los pueblos, no de los gobiernos”
Fue el mismo que le expresó al primer mandatario de los Estados Unidos, Edgar Hoover que “los hombres deben ser sagrados para los hombres, y los pueblos para los pueblos”
Fue quien logró en Diputados aprobar la nacionalización del petroleo primero y la expropiación de todas las explotaciones y caducidad de las concesiones a particulares, posteriormente por una mayoría abrumadora. Allí se encendió una luz de alarma en la democracia incipiente, que nos costaría a los argentinos años de frustración y violencia. Tocar los intereses de la derecha extranjerizante fue uno de los causales del nefasto golpe de septiembre.
Para nosotros, los que seguimos abrazando el Radicalismo en estos tiempos tan esquivos y en estas horas angustiantes de la realidad nacional, Yrigoyen no solo fundó junto a su tío la Unión Cívica Radical.
También sigue siendo el hombre ejemplar. El docente de economía política; instrucción cívica; historia argentina y filosofía que preguntaba y hacía exponer a sus alumnas, para espanto del inspector Pablo Pizzurno.El mismo que compraba de su bolsillo y le donaba en nombre de la escuela los libros, a la alumna que no podía adquirirlos.
El que donó sus sueldos a la Sociedad de Beneficencia para el asilo de niños siendo docente.
El que de sus dos mil cuatrocientos pesos de gastos de “etiqueta” que le correspondían por su investidura presidencial, decide girarlos mensualmente al Hotel de los Inmigrantes para que se sirva una comida caliente a los desocupados recien arribados a Buenos Aires.
El hombre que se vinculó a las ideas del filósofo idealista alemán Karl Krause, a partir de su fuerte influencia en la España de la época. Las mismas ideas que forjaron el batllismo en la hermana República Oriental de Uruguay y que fueron nervio motor de la fallida República española.
Esa ética humanista universal, que descree del absolutismo y abogaba por una solidaridad de raíz comunitaria cuyo fin último era la cultura social. Aquel que sostenía que la ley moral lleva implícita la libertad y el orden: “Haz el bien por el bien mismo.”
Es para nosotros también el padre de un sello distintivo en el discurso del radicalismo, que como bien señala Hugo Chumbita, fue influenciado por ese discurso moralista a utilizar términos filosóficos, plurales abstractos: “las efectividades conducentes” o “las patéticas miserabilidades.”
Es el hombre que abrió las puertas de la Casa de Gobierno y que como bien sigue contando hoy Florentina Gómez Miranda, recibía a los ciudadanos por el mero hecho de solicitarles una audiencia. Y fue a ella, a quien felicitó junto a su madre cuando le informó que comenzaba su tarea como maestra de grado. El hombre al que todos tenían acceso. El que le quitaba de las manos los sombreros, para apoyarlos sobre una silla o sobre la mesa y escucharlos con atención acerca de sus necesidades.
Es en definitiva, el fundador de un partido de 117 años de vida y de inquebrantable fe democrática y transformadora.
Gracias por la invitación a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y gracias por permitirme realizar este homenaje.

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